Todo se torna nacional, internacional, galáctico... Un escalón por encima de lo que uno ya es, como una suerte de zanahoria para ir hacia delante. Lo malo es que a menudo, la zanahoria parece estar podrida, o es manejada por alguien que tiene un interés particular. Como si se tratara de un vendedor de zanahorias que tiene que vender su producto antes de que se le eche a perder.
Los concursos de carteles se convocan a diestro y siniestro. Se establecen bases y oficialidades muy serias, que invitan a participar. El artista, que al final decide presentarse por hobby o necesidades económicas, deja parte de su tiempo y dinero en tal fin.
Quizá no importe luego perder; total, es un concurso. Pero uno se queda un poco perplejo e inquieto, cuando comienza a intuir el posible tufillo político y propagandístico que hay detrás.
Desde promover escuelas de arte hasta la venta de preservativos... vaya usted a saber.
Quizá no importe luego perder; total, es un concurso. Pero uno se queda un poco perplejo e inquieto, cuando comienza a intuir el posible tufillo político y propagandístico que hay detrás.
Desde promover escuelas de arte hasta la venta de preservativos... vaya usted a saber.